La Tinta Ancestral es un libro que lo puede leer cualquiera a pesar de que su subtitulo (Una historia de alquimia) pudiera hacer sospechar de un oscuro texto esotérico. Es una novela, con trama y  personajes, en la que se puede descubrir algo más. Con la intención de aclarar un poco, defino aquí tres conceptos de alquimia que aparecen  en el libro.

Nigredo: término conocido como la primera de las fases para la preparación de la Obra alquímica. En La Tinta Ancestral es la oscuridad de nuestra sombra, el caótico y depresivo dolor que en ocasiones embarga a un ser humano, y a la humanidad por extensión; es todo aquello que nos espanta de nosotros mismos, que ocultamos y nos corroe hasta la putrefacción. Es la Noche Oscura del Alma de Juan de Yepes, son los venenosos demonios que habitan en nuestra psique… Todos, por mucho que intentemos ocultarlo, sabemos de lo que os hablo, tarde o temprano aparece en nuestra vida y angustiosamente se repetirá hasta que abracemos esa sombra, hasta que la bondad antagónica de ese mal se una en matrimonio consumado (boda alquímica); entonces, en el crisol o en el horno, mantenido a temperatura constante, aparecerá una estrella blanca que comenzará a llenar de luz toda esta oscuridad.

Albedo: Segunda fase de la Obra. Cuando la estrella cubre ya toda la negrura, crece como un feto en la oscuridad del útero; en ese momento, cuando nace y ve la luz, comienza el conocimiento de uno mismo, y de lo demás por extensión; pero aún es necesario destilar, para purificar y sublimar la materia, hacerla vaporosa. Esta sutileza que se eleva hasta el cielo del matraz se enfría y vuelve a integrarse de nuevo en materia, una  y otra vez hasta un mínimo de cuatro veces según algunos alquimistas. Se ha de continuar con esta purificación hasta que aparezca el color rojo, como el de algunos amaneceres, rubicundo igual que las melenas de Apolo, como el amanecer del Quijote cuando sale por primera vez de su tierra. el Sol naciente.

Rubedo: Tercera fase. Algunos le llaman el "polvo de proyección"; es la Piedra de los filósofos, la que convierte el plomo en oro, es el Mesías que muchos esperan, sin saber que está dentro de uno mismo, aguardando el fin de nuestra labor. Él no va a venir como salvador del mundo, es un concepto de la evolución humana. La suma perfección hacia la que hemos de dirigirnos.

Ora et labora, medita y trabaja la materia imperfecta en la que estamos inmersos. 

AA


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